Si tiene hijos, adoptar un perro puede ayudarlos en las fases de crecimiento y desarrollo de las relaciones interpersonales; sin embargo, hay algunas reglas que respetar.

 

Dar la bienvenida a un perro en casa, sobre todo si es callejero o procedente de una perrera, es siempre un gesto de gran compasión y amor, que a su vez es correspondido por el animal con gratitud e incondicionalmente.

Si su familia también está formada por niños, la relación entre ellos y la confianza puede ayudarlos a desarrollar sentimientos de respeto y comprensión hacia los demás. Cuidar de una mascota es útil para empoderar a los más pequeños y hacerles entender que deben cuidar a los demás para que estén bien.

Afortunadamente, muy a menudo, los perros son considerados miembros reales de la unidad familiar y esto sirve para que los niños comprendan la importancia de los afectos y lazos.

 

 

La importancia de la comunicación

Los niños a menudo no perciben a los perros como seres vivos que pertenecen a otra especie y tienden a tratarlos como si fueran de su propia especie. Entre los gestos más habituales encontramos: abrazar, abrazar, levantar, regañar y en ocasiones azotar.

Otro comportamiento muy común por parte del niño es expresar su cariño a la confianza a través del contacto facial y los besos. Sin embargo, el perro podría interpretar ciertas actitudes como hostiles y amenazantes; por no hablar de tirones de orejas, cola, pelaje o caídas torpes sobre el propio animal.

A diferencia de un adulto, un niño se comunica gritando, llorando y pronunciando palabras al azar y todo esto puede confundir la confianza hasta que asusta y reacciona en defensa.

Por estas razones, es mucho más probable que un bebé sea mordido que un niño o un adulto.

 

Lenguaje corporal

Para no toparse con accidentes desagradables, es fundamental estudiar y comprender bien el lenguaje de los perros. Estadísticamente, se ha demostrado que es mucho más probable que te muerda tu amigo de confianza que un perro extraño.

Si ya tienes un amigo de cuatro patas en casa y un bebé está en camino, debes saber que esto implicará varios cambios en tu rutina diaria. De hecho, esto afectará automáticamente la relación que tiene con su perro.

Para dar un ejemplo práctico, después del nacimiento de su hijo, es posible que ya no pase mucho tiempo en la confianza, sacrificando sus paseos y reduciéndolos al mínimo adecuado para las necesidades de la mascota.

Otro cambio muy común puede provenir de la falta de horas de descanso debido a las noches de insomnio del bebé; esto podría ponerlo particularmente nervioso e intolerante con el cuadrúpedo.

Recuerda que los perros, al igual que los gatos, son muy sensibles a los cambios de humor de sus dueños y esto puede provocar que el animal experimente un gran estrés emocional.

Para evitar malentendidos de comportamiento con tu amigo peludo, sería bueno preparar al perro para los próximos cambios, a fin de evaluar sus reacciones de antemano.

Desafortunadamente, los animales no tienen experiencia con los «cachorros» humanos y pueden tardar algún tiempo en acostumbrarse a su presencia.

 

Preparación para el feliz evento

Mientras espera al bebé, puede preparar psicológicamente a su amigo de cuatro patas para la nueva llegada. Empiece por dejar que se familiarice con la cuna o el cochecito que encontrarán por la casa.

Confíe en los sonidos y ruidos inherentes a los niños, quizás reproduciéndolos desde YouTube, para que el cuadrúpedo comience a acostumbrarse a los llantos y gemidos de un infante.

Entrena al animal para que se agache en su cuna o en su perrera cuando necesites cuidar al bebé.

Para que el perro comprenda que no lo estás apartando, coloca su cuna en la habitación donde tú también duermes, pero mantenlo alejado de los lugares donde tienes que cuidar al bebé. Deja que Fido se acerque a ti y al bebé (siempre prestando la máxima atención), así le harás entender que el recién llegado es parte integral de la familia.

Independientemente de si el animal es tranquilo o no, nunca cometa el error de dejarlo solo con el bebé; los movimientos torpes y los gemidos de este último podrían ser malinterpretados por el perro.

Si tomas las precauciones adecuadas no tendrás ningún problema para afrontar esta situación, pero si tienes alguna duda sobre el comportamiento de la confianza, no dudes en consultar a un especialista en comportamiento canino, que te ayudará a solucionar el problema.

 

 

El niño y el perro

Dada la dificultad de los perros para interpretar los comportamientos descontrolados de los niños, ayúdelos a comprender cómo interactuar con ellos. Nunca deje a un niño solo con el animal y permita que tenga un contacto cercano con el cuadrúpedo solo en su presencia y bajo una estrecha supervisión.

Recuerde proporcionarle a su perro un lugar tranquilo donde pueda aislarse cuando quiera estar lejos del bebé. No es necesario buscar la cama para perros más vendida (consulta aquí la lista de las mejores ofertas), lo importante es que sea una cama cómoda y segura.

Enséñele al niño a no acercarse al cuadrúpedo cuando quiera que lo dejen solo. También déjele en claro a su hijo que nunca debe molestar a su perro cuando come, tiene un juguete en la boca, está enfermo, lesionado o cansado.